Un ratón salió un día de su cueva y, al ver una trampa, dijo:
“Los hombres son muy agudos: Con tres palitos y un ladrillo arman una trampa; en uno de los palitos ponen un pedazo de queso, y dicen después: “Esa es una trampa para los ratones”. ¿Cómo si los ratones no fueran más agudos?. Nosotros sabemos muy bien que si tocamos el queso, cae el ladrillo y nos aplasta, y por eso no lo mordemos”. Un rato se quedó el ratón mirando la trampa, hasta que al fin dijo: “ buen olor tiene el queso, y de olerlo solo no ha de caer la trampa; vamos, pues, a oler el quesito con cuidado”.
Poco a poco se fue acercando a la trampa hasta que llegó al queso. Pero tanto se acercó, que de repente cayó el ladrillo y lo aplastó.
jueves, 6 de noviembre de 2008
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